La historia de la tradicion de los regalos


Históricamente es difícil saber donde surgió la tradición de hacer regalos: los primeros regalos de las transacciones comerciales de intercambios de objetos que se producían en la antigüedad.

Ya en la prehistoria, se tienen conocimientos de redes utilizadas para transportar sílex, que posiblemente era utilizado en una economía basada en el intercambio.

También se tiene conocimiento de operaciones no comerciales, con intercambio de objetos tales como amuletos, conchas y pigmentos naturales; objetos que sí eran intercambiados como obsequios sin ánimo de lucro, por lo que podemos hablar de los primeros regalos de los que se tiene conocimiento en la historia.

En los pueblos griegos y romanos la práctica de ofrecer regalos o presentes aparece desde sus principios. En la Odisea el rey de Thesprotia muestra los presentes recibidos de Ulises, que consistían en valiosos metales, bronce, oro y otros; eran tan copiosos que eran suficientes para enrriquecer a quien los poseyera hasta la décima generación.

Es muy posible que la causa que originalmente motivó estos actos de hospitalidad, no fuera la piedad sino el temor y un signo de amistad.

En principio el acto de recibir y agasajar al huésped, pudo ser un recurso para ahuyentar a los malos espíritus o para invalidar sus poderes mágicos.

Sin embargo la primitiva civilización griega se revela en su literatura, en una etapa más elevada de su desarrollo, pudiéndose creer que lo que se creía originariamente fue un mero acto de superstición, luego se convirtió en un deber religioso y social.

Además de las dádivas del hospedaje, práctica común en la antiguedad, existía entre los griegos otras para diversas ocasiones como eran el aniversario del nacimiento o cumpleaños, donde se les regalaba a los niños sortijas, amuletos y ramilletes de flores.

En Roma prevaleció la costumbre de hacerse regalos mutuamente entre parientes y amigos. A partir del año 150 A.C. ,en que el comienzo del año civil, se trasladó al 1º de enero; este día fue destinado a hacerse regalos. Era costumbre regalar unas monedas de latón -muy pequeñas- como símbolo de riqueza: a estas dádivas se las llamó strenae, conservándose en el francés como étrennes.

En los pueblos primitivos, el interés de hacer un regalo iba acompañado con la esperanza de que el obsequiado haría algo por él o dejaría de hacer algo que le perjudicara. Los neozelandeses dan con gran facilidad cuanto poseen, pero siempre en espera de un equivalente y los tahitianos, le insinúan al favorecido lo que deseean en retorno.

El contraalmirante inglés y explorador del Artico Sir William Edward Parry (1790-1855) en el diario de su segundo viaje, afirmaba que en una ocasión recibió un presente de un esquimal agradecido, que no quiso aceptar nada en retorno. Howitt (1904), decía de los "dieri" que hacían regalos a los blancos, cuando les debían algún favor, como por ejemplo salvarle la vida a algún integrante de la tribu.



Caracteristicas de un buen Regalo

Para evitar descubrir que nuestro presente ha acabado en la esquina más oscura del armario, en la papelera o en manos de otra persona, es conveniente seguir estas tres reglas básicas:

1. El regalo debe ser apropiado

El valor del presente indica la profundidad de nuestra relación. No es sólo el valor económico (que hasta cierto punto también es importante) sino el nivel de intimidad que expresa. Puede ser un desastre para nuestra relación (de amor, pero también de amistad) hacer un regalo que sea demasiado extravagante o íntimo para el tipo de relación que tenemos. Si acabas de conocer a la persona quizá es muy arriesgado regalarle un disco de electrónica ucraniana de los noventa sólo porque “crees que le va a gustar”.

2. El regalo debe mostrar empatía

Un buen presente tiene que tener un significado compartido: debe mostrar que te preocupas por la persona. Si, por ejemplo, tu novia acaba de perder su móvil y no tiene dinero para comprarse otro, aunque no sea el regalo más original del mundo, probablemente sea lo que más agradezca. Los malos regalos son aquellos que carecen de significado y muestran indiferencia hacia la otra persona.

3. Para hacer un buen regalo hay que esforzarse

La mejor demostración de que has tratado de hacer un buen regalo es que te has esforzado por conseguirlo: has removido Roma con Santiago para encontrar el número que le faltaba de la revista que colecciona, has ahorrado para comprar esa chaqueta que le gustaba pero era demasiado cara o has llamado a su mejor amiga para que te chivara la tienda en la que el otro día se quedó pegada al escaparate. El mejor regalo revela cierto sacrificio.